Los días en que tu nombre habita en mi boca han regresado.
Nada me hace más feliz que sentirme cerca tuyo.
Estoy aquí. Tú estás aquí. Ya no hace falta nada.
¡Visítame constante, oh, mi divino amante!
Mi corazón ansía poseerte cada día, que eres su único amigo y quiere estar contigo.
Por amor languidece pero ya no apetece curarse. Que tu flecha le hizo tan honda brecha que es su único placer por tu amor padecer.
El corazón entero, ¡Oh, amigo verdadero! Pides al que te ama para echarlo en la llama de tu amor que es un fuego, que da la vida luego.
Sólo a ti pertenezco, mi Rey. Y a ti yo me ofrezco; tu corazón amante me llama así constante, y en tan dulce morada ya no deseo nada.