
Todos seguían ocupados en sus asuntos.
Como si fuera en un mar contra corriente.
Y tenía que salir. Sola.
No había ya nadie con un poco de interés humano
ni de calor, ni tan siquiera de corazón.
Esperaba una mano caritativa que me levantara.
Pero nadie estaba.
Y suplicaba por ti, por un poco de tu atención,
porque me voltearas a ver.
Pero eso no iba a pasar. Lo sabía cada vez que
te veía a la cara. No podía soportarlo.
el dolor caía sobre mi espalda.
Es como si secara mis lagrimas con el páñuelo
de los recuerdos que nunca exisieron,
con los sentimientos que nunca me diste
y las palabras que nunca escuchaste.
Y no había nadie. Seguía viendo a la gente pasar frente a mí
Cerré los ojos. Todo había terminado.