lunes, 16 de febrero de 2015

Noviembre de 1947

No sé cómo me atrevo a escribirte, pero ayer dijimos que me hará bien.
Perdona la pobreza de mis palabras, yo sé que tú sentirás que te hablo con mi verdad, que ha sido tuya siempre, y eso es lo que cuenta.
¿Se pueden inventar verbos? Quiero decirte uno: Yo te cielo, así mis alas se extienden enormes para amarte sin medida.
Siento que desde nuestro lugar de origen hemos estado juntos, que somos de la misma materia, de las mismas ondas, que llevamos dentro el mismo sentido Tu ser entero, tu genio y tu humildad, prodigiosos son incomparables y enriqueces la vida; dentro de tu mundo extraordinario, lo que yo te ofrezco es solamente una verdad más que tú recibes y que acariciará siempre lo más hondo de ti mismo Gracias por recibirlo, gracias porque vives, porque ayer me dejaste tocar tu luz más íntima, y porque dijiste con tu voz y tus ojos lo que yo esperaba toda mi vida.
Para escribirte mi nombre será Mara, ¿de acuerdo?
Si tú necesitas alguna vez darme tus palabras, que serían para mí la razón más fuerte de seguir viviéndote, escríbeme sin temor a “Lista de Correos”, Coyoacán ¿Quieres?
Carlos maravilloso,
Llámame cuando puedas, por favor
Mara