Se van perdiendo las palabras como las olas en el mar. Y en verdad que trato de seguir pensando claramente.
Tal vez he perdido la oportunidad de tomar este último vagón pero si esta ciudad me retiene sé que es por alguna razón, siempre tuvo propósitos para mí.
Ya no veo más allá del horizonte, perdí confianza en lo que mis ojos no alcanzan a ver. Mi esperanza se corrompió por las heridas y las falsas promesas al corazón. Y mi frustración sólo se debe al no poder arreglar nada.
¿Qué va a pasar ahora?
Discuto con mi yo presente pero creo que ya se cansó de explicar, mi mente reposa dentro de una burbuja para apartarse.
El viento se empieza a asentir más cálido, más húmedo. No sé si por la lluvia o las lagrimas en mi rostro. Únicamente siento el poder de él sobre mi cabellera despeinada por tantos jalones con los que la vida me ha reprendido.
Y ahora, me doy cuenta... el tren está partiendo de la estación.