La idea de concentrarme en otra cosa
me resulta vana en este momento,
me esfuerzo por ello y no puedo.
En mi mente, tú eres el centro.
Pluma y papel, las palabras no salen
mi mente se seca, ya no escribo.
Cierro los ojos y te veo, sé que quiero decir
¡Ni siquier así puedo hacerlo!
Es decir, ¿por dónde podría empezar?
Memorizo tus abrazos
lo segura que me siento en ti,
tus brazos son perfectamente anchos
como las celdas de una jaula.
Ahora me siento como un pajarillo
volando alrededor, esperando ser atrapado.
Me recargo en tu pecho y
siento tus manos presionando contra mi espalda.
Tu torso podría ser mi lugar favorito.
Mis mejillas se acercan a las tuyas, cara a cara.
Tu barba rosa mi piel y
ni siquiera eso puede quitarme la paz
Al contrario, tu barba me deleita;
adoro cómo luce tan varonil,
cómo se ve cuando sonríes,
sobre todo esos huequillos en tus mejillas,
tus labios tan carnosos cuando me besan,
la manera cómo se sienten en mi piel.
Y tu cabello, a mechones largos,
las hebras en que se divide
cuando mis dedos lo atraviesan
mientras me besas, mientras te beso
mientras pierdo la noción del tiempo