Y es, porque no tengo ganas de escribir, que siempre termino escribiéndote.
Como fantasma te vas colando en mis letras y así es como termina una noche más dedicada a ti, a tu ausencia, a estas ganas de amarte que me dejaste en los brazos.
Ya casi en automático es como me salen las palabras hacia ti, aunque no las escuches, aunque no las diga. Entre aburrimiento y monotonía, entre necesidad e insatisfacción.
Quisiera decirte que te escribo de la nada, ¡Ruego por creer que las cosas son así!
Pero me descubro mintiéndome, de la misma manera en que le miento a todos cuando hablo de ti despreocupadamente. Todos mis males vienen de ti.
Y es porque me dejaste sin a quién escribirle que tengo tantas palabras ahogadas en mis hojas. Te escribo desde la esperanza que dejaste en el corazón, desde este 4x2 de mi habitación, desde el apartamento en el que ahora paso tanto tiempo en soledad.
Me despido de ti y te veo en el próximo par de cigarrillos que fumaré cuando me invada el aburrimiento. Otra vez sin ti.
Adiós y hasta pronto, hasta que quieras volver sin estar a molestarme una vez más.