Cierro los ojos y trato de recordar
qué es lo que pienso cuando te veo,
y me doy cuenta que no pienso,
sólo te veo, te veo a ti...
A través de los cristales de mis lentes
para verte más clarito, te veo a ti.
Te veo y veo el misterio de la vida,
veo toda la poesía ahogada en ti,
veo tu frustración y tu agotamiento.
¿De qué? Tal vez de mí.
De no poder ahuyentarme,
de querer hacer que me vaya
y terminar conmigo aferrada a ti.
Tal vez de ti, de decirte siempre lo mismo
y terminar conmigo haciéndome el amor.
Te veo a ti y no pienso.
Y ése es el problema: ya no pienso.